lunes, 25 de abril de 2011

Sólo los muertos conocen las respuestas (Parte 4)

Los destellos y las sirenas incesantes de una ambulancia y de un coche de policía, hicieron que se despertara de su profundo sueño.

Se desperezó, recordando todavía el fantástico sueño que le habría encantado que se hiciera realidad. Pero, cuando abrió los ojos, con lentitud, su sueño quedó hecho trizas.

Su mirada incrédula se encontró con un café derramado a sus pies, que aún echaba humo. Miró al frente, y creyó, que la escena fatal que estaba contemplando era fruto de otro sueño, o mejor dicho, de una horrible pesadilla.

Se abofeteó, se pellizcó la cara, esperando despertar de ese malicioso sueño, pero no ocurrió.

Pablo, que acababa de estar sentado a su lado en el sueño, ahora estaba tendido encima de un charco de sangre sobre la carretera. Su cuerpo no respondía, los sanitarios no podían hacer nada por él.

Un coche lo había atropellado mortalmente. Es lo que dedujo Paula al ver a agentes de la policía hablando con el dueño del coche que había sufrido el impacto. El capó tenía una notable abolladura.

Los viandantes, sobrecogidos, al igual que Paula, contemplaban la escena desde las aceras.

Mientras tanto, la mente de Paula no paraba de pensar la extraña coincidencia que acababa de ocurrir.

¿Pablo cruzaba la carretera para encontrarse con ella, como había ocurrido en su sueño?

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