Un día más, se levantó de la cama sin saber porqué. Hacía ya unas semanas que no encontraba sentido a despertarse cada día.
Se sentó en el borde de la cama, con los ojos todavía cerrados; no quería encontrarse con la realidad de todos los días, pero tendría que abrirlos. Con decisión los abrió, y vio lo que tanto miedo le daba: la calle. Su cama no era más que un colchón sucio y maloliente.
Se encontraba en la antigua puerta de aquella tienda de ropa, que dejó de serlo, y que hacía unos meses tanto le gustaba. Por lo menos, tenía algún sitio donde dormir, algún sitio donde refugiarse cuando hacía frío o cuando llovía.
Se despertó hambrienta, pues hacía días que apenas probaba bocado. Quizás hoy comiera algo. Empezó a caminar bajo una espesa niebla que caía sobre las calles, y muerta de frío, andaba sin rumbo, buscando algo para llevarse a la boca. Pasó por aquel bar, donde un día consiguió comerse unas tostadas y un café con leche bien caliente, gracias a algún despistado que dejó caer unos tres euros; y donde lo vio a él.
Nunca faltaba a su cita, siempre estaba allí, en la misma mesa, a la misma hora, y siempre solo. Iba bien vestido, peinado, muy guapo, como siempre había sido. Ella se sentó en el parque de enfrente, en su habitual banco de madera, como todos los días, para contemplarlo.
Desde su desgracia, siempre hacía lo mismo. Todos los días se le ocurría la idea de acercarse a él y hablarle. ¿Pero cómo se iba a presentar delante de él de aquella manera? ¿La reconocería?
Se conocen??? que pasará? esto empieza a ponerse interesante.
ResponderEliminarAins, recuerdo cuando la leí el año pasado. Me sigue gustando tanto como entonces :)
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