
La noche había sido de locura, quizá la mejor que había pasado nunca con un chico. Ahora que había despertado, Sarah no podía dejar de contemplarlo: ahí estaba Adam, con su cuerpo desnudo y tatuado sobre la cama, y completamente dormido. La noche anterior se había entretenido contándole los dibujos de su cuerpo, pero el vodka le había hecho perder la cuenta. Tendría que hacerlo de nuevo.
Aprovechando que dormía, se sentó delicadamente a horcajadas sobre su pecho; pero entonces, despertó, inmovilizándola y dándole un beso de "buenos días". Sarah sólo quería que ese día no acabara y que no dejaran esa cama nunca; y él deseaba lo mismo, por lo que Adam le susurró al oído: "I never gonna leave this bed".
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