miércoles, 7 de diciembre de 2011

El corazón negro de la muerte


La muerte, con su cuerpo helado y su corazón negro, acechaba en el filo de la puerta, esperando ansiosa, a cobrarse una nueva víctima. Sólo en ese día ya llevaba unas 10.
Ella, que no entendía de edad, de sexo, de raza, de condición social, atacó ferozmente llegado el momento, dejando desolación a su paso. La muerte, tan asquerosamente injusta, sólo se dedicaba a hacer su trabajo, a realizar su tarea sin conocer nada de nadie, sin saber si esa persona se lo merecía o no, simplemente actuaba.
Sabía que todo el mundo la odiaba, que la maldecían, pero ella no sentía compasión, ni lástima. Un corazón negro como el de ella no podía sentir nada.

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