
Ella, que no entendía de edad, de sexo, de raza, de condición social, atacó ferozmente llegado el momento, dejando desolación a su paso. La muerte, tan asquerosamente injusta, sólo se dedicaba a hacer su trabajo, a realizar su tarea sin conocer nada de nadie, sin saber si esa persona se lo merecía o no, simplemente actuaba.
Sabía que todo el mundo la odiaba, que la maldecían, pero ella no sentía compasión, ni lástima. Un corazón negro como el de ella no podía sentir nada.
... que figura tan cruel.
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