lunes, 9 de mayo de 2011

Sólo los muertos conocen las respuestas (Parte 6)

Estaba exactamente igual que como lo acaba de ver: mismo peinado, mismo traje de chaqueta…, la misma persona en dos lugares diferentes.

En la carretera yacía su cadáver; en el banco, a su lado, un cuerpo vaporoso, lo que se conoce vulgarmente como fantasma.

Ella nunca había creído en los seres del más allá, pero sabía muy bien ante lo que se encontraba. Era un espectro, sin lugar a dudas, por muy reacia que fuera en creer que los difuntos no tenían ningún motivo por el que aparecerse delante de una persona que todavía no se había ido al otro mundo.

Las películas siempre ponían a los fantasmas como seres aterradores, con sed de venganza, que hacían imposible la vida de un grupo de personas.
Pero ella no lo veía como un fantasma, no le aterraba, a pesar de estar temblando, a causa de la impresión.

Miró a su alrededor, para comprobar que las personas que pasaban por allí también lo estaban viendo, pero no era así.

La gente que pasaba por allí sólo se quedaba mirando el cuerpo sin vida de Pablo, y nadie se percataba del otro Pablo, el que estaba a mi lado. Incluso, pasaban por delante de él, y como si nada. La gente no se asustaba.

¿Sería ella la única que lo veía? ¿Tenía un don para ver fantasmas o es que de verdad los muertos se comunicaban con los vivos por algún motivo?

Cada vez estaba más extrañada y confusa con todo lo que le había pasado en menos de diez minutos. Era totalmente surrealista.

Pero no era tiempo de ponerse a pensar en estas incógnitas, el fantasma de Pablo seguía a su lado, esperando algo, suponía ella.

Tendría que hablarle para ver si le contestaba. ¡Hablar con un fantasma! En su vida se había imaginado eso, aunque tampoco se había imaginado nunca que estaría viviendo en la calle para el resto de su vida. ¿Quién en su sano juicio imaginaría eso? Nadie.

Al pensar esto, creyó en el destino. Podía ser cierto que el destino decidiera la vida de las personas, y que fuera inamovible. Era posible que, en la vida de Paula estuviera escrito: “Paula acabará viviendo en la calle, pasará hambre, frío, y además, el chico de sus sueños morirá delante de sus ojos. En definitiva, será una desgraciada para el resto de su vida y pasará porque está escrito”.

2 comentarios:

  1. En momentos así no me extraña nada que Paula piense eso.

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  2. que vida, una vida de mierda. Pobrecita.

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