Eran unos tiempos, en los que la tecnología lo abarcaba todo, pero aún así, rodeada de e-books, tablets, y portátiles, ella no se separaba de un buen libro físico, con sus tapas, y sus hojas, ya fueran mínimas o infinitas. El placer que sentía con ellos no se lo podía dar ninguno de los otros medios, pues podría perderse el olor a nuevo, o a viejo, siempre tan apetecible; o el tacto del papel...pasando esas hojas, sentía como si avanzara por los capítulos de su vida...pero siempre leyendo con calma, no fuera a ser que llegara al fin antes de tiempo.
Nada puede igualar al puzzle papel-tinta-tapa dura/blanda
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