sábado, 20 de abril de 2013

El valor de las palabras

 




  


  Aquellas páginas en blanco ya llevaban en el escritorio unos cuántos días, esperando ansiosas que la tinta corriera por el papel. Su intención era escribir, escribir porque le era necesario, necesario como comer, beber, dormir, o enamorarse. Pero cuándo lo intentaba, siempre había algo que hacía que dejara la pluma a un lado, quizá el pensar que no era lo suficientemente buena como para escribir cosas bellas, que escribiera cosas que dejaran indiferentes, que no sirviera para esa acción tan importante como es el arte de manejar las palabras a tu antojo, de enlazarlas, de sentirlas dentro de tu corazón, y de expulsarlas para que les lleguen a alguien, alguien que entienda el valor de las palabras cuando quedan escritas, que quedan tatuadas en esas páginas, y que son inmortales; aunque después una simple llama pueda quemarlas, y hacerlo todo cenizas.

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