lunes, 23 de enero de 2012

Luces de la noche


El sol de invierno iba dando paso a una tarde de color añil, y el cielo se encendía lentamente con estrellas que guardaban miles de deseos en sus destellos.
De camino a la ciudad por el campo abierto, Rebeca las observaba ensimismada a través de la ventanilla del coche que conducía su amiga Elena, mientras las melodías lentas de la radio la hacían trasladarse a otro lugar, a otra época...a otra galaxia.
-¿Elena, no crees que las estrellas brillan mucho más en el campo que en la ciudad?
-No sé, Rebeca, no me distraigas. ¡Cómo para mirar estrellas estoy yo ahora!
-Yo creo que sí, son mucho más bonitas, y además cubren todo el cielo. ¡Son fascinantes!
-¿Es que no puedes pensar en otra cosa? ¡Con la de cosas importantes que hay!
Rebeca desconectó de nuevo. No quería estar escuchando en esos momentos a su tan realista amiga y tan poco fantasiosa. Ella tan sólo quería pensar en el chalet en el campo en el que viviría en un futuro con su marido, hijos, perros y gatos; en el que todas las noches podría echarse en la hierba a observar a esas curiosas luces de la noche.

miércoles, 18 de enero de 2012

"I never gonna leave this bed"


La noche había sido de locura, quizá la mejor que había pasado nunca con un chico. Ahora que había despertado, Sarah no podía dejar de contemplarlo: ahí estaba Adam, con su cuerpo desnudo y tatuado sobre la cama, y completamente dormido. La noche anterior se había entretenido contándole los dibujos de su cuerpo, pero el vodka le había hecho perder la cuenta. Tendría que hacerlo de nuevo.
Aprovechando que dormía, se sentó delicadamente a horcajadas sobre su pecho; pero entonces, despertó, inmovilizándola y dándole un beso de "buenos días". Sarah sólo quería que ese día no acabara y que no dejaran esa cama nunca; y él deseaba lo mismo, por lo que Adam le susurró al oído: "I never gonna leave this bed".