
Cuando todos dormían, y el sol comenzaba a despertar con sus leves destellos, Jack, recorría las calles ya de vuelta a casa, hastiado de su maldito trabajo nocturno, cansado de desnudarse ante señoras solteronas que le metían billetes en el slip. Si no fuera por el dinero...
Lo único que le consolaba era que cuando llegara a su hogar dulce hogar, le estaría esperando su fiel compañera, la que siempre estaba ahí en los malos y buenos momentos: su botella preferida de whisky de la mesilla de noche, la mejor pareja que se podía tener.
Triste, pero tan real... besos.
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