miércoles, 31 de agosto de 2011

Paz y tranquilidad

Acostumbrada al bullicio de la ciudad, estar en aquel frío pueblecito de interior era una experiencia nueva.
Se asomó a su nuevo balcón, rebosante de flores de colores, con un simple jersey de lana que le cubría gran parte de su pequeño cuerpo, haciéndole las veces de vestido. Ni rastro de grandes atascos a las horas punta, ni rastro de enormes columnas de ladrillo unas al lado de otras...
Sólo observaba pequeñas casitas con tejas naranjas y chimeneas, con balcones como el suyo, con un telón de fondo precioso: las montañas.
Es verdad que hacía mucho frío, que el pueblo no tenía más de veinte habitantes, que la vida allí no tenía muchas distracciones..., pero no le importaba. En ese momento, no podía sentirse mejor, allí, en el balcón, con el frío pegado a sus huesos, y olvidándose lentamente de todos sus problemas.

jueves, 18 de agosto de 2011

Melodías en el metro

Klaus era un viejo violinista que pasaba sus días tocando en el metro. La pieza que más interpretaba era "La Primavera" de Vivaldi, su favorita. La tocaba siempre con la ilusión de la primera vez, esperando que algún día alguien se fijara en su talento.
Pero no podía vivir de sueños, sabía que eso no pasaría. Por lo menos, se contentaba con sonsacarle a alguna que otra persona una amplia sonrisa.

jueves, 11 de agosto de 2011

Cerrado por vacaciones

Quería informaros que del 12 al 15 y del 21 al 27 de agosto no voy a escribir nada, pues estoy de viaje. También quería disculparme por no escribir nada durante esta semana, pero es que he estado un poco liada.
Ya sólo me queda deciros, que prometo volver con muchas historias, seguramente influidas por los lugares que visite.

Muchos besos.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Delicioso brownie

Cierto día, el bizcocho de chocolate con nueces se enamoró del helado de vainilla y del chocolate caliente, y todos ellos dieron lugar a uno de los postres más deliciosos y perfectos: el brownie.

lunes, 1 de agosto de 2011

Fiel compañera




Cuando todos dormían, y el sol comenzaba a despertar con sus leves destellos, Jack, recorría las calles ya de vuelta a casa, hastiado de su maldito trabajo nocturno, cansado de desnudarse ante señoras solteronas que le metían billetes en el slip. Si no fuera por el dinero...


Lo único que le consolaba era que cuando llegara a su hogar dulce hogar, le estaría esperando su fiel compañera, la que siempre estaba ahí en los malos y buenos momentos: su botella preferida de whisky de la mesilla de noche, la mejor pareja que se podía tener.