
Últimamente, no podía dejar de pensar en otra cosa que no fuera ese ansiado primer viaje con la persona más increíble y divertida de su mundo.
Era una experiencia nueva, estar las veinticuatro horas del día como si fueran siameses. Se aburrirían durante el trayecto, se liarían un poco con el metro, se enamorarían de las calles y las grandes avenidas, disfrutarían con la comida, y harían que las noches fueran eternas bajo las sábanas.
Lo estaban planeando todo al detalle, para que todo fuera rodado, y sobre todo, para que se convirtiera en un viaje inolvidable.