El agua caliente recorría su cuerpo desnudo, dejándola en tal estado de relajación, que no sabía cómo el sueño no se apoderaba de ella. La ducha era uno de sus momentos preferidos del día, un momento en el que estaba permitido olvidarse de todo; de todo, menos de él.
Pensaba en cómo se miraban, en cómo reían, en el olor a colonia que quedaba impregnada en su ropa cuando se abrazaban...Incluso podía sentir aún el roce de sus labios por su piel...
No sabía si era amor lo que había llamado a su puerta, u otra cosa, pero fuera lo que fuera, era algo que, como si de un globo se tratase, se iba inflando, poco a poco, cada vez más, sin saber si algún día explotaría, quedándose sin nada, o si, por el contrario sabría inflarlo hasta llegar al momento perfecto, para hacerle un nudo y mantenerlo.
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