
Visitar París es el sueño de muchas personas: pasear por los Campos Elíseos iluminados con las pequeñitas luces navideñas, sentirse diminuto bajo las cuatro inmensas patas de la torre Eiffel, quedarse ensimismado con las gárgolas de Notre-Dame, sentirse bohemio en Montmartre...
Pero la única ilusión de Noa era bailar a las orillas del río Sena, bajo la luna llena, en los brazos de Jean. Iría con su vestido rojo de vuelo, acompañada únicamente de su mejor sonrisa de enamorada, y los turistas de los bateaux mouches que pasarían se quedarían perplejos, al igual que me quedé yo.
Pero la única ilusión de Noa era bailar a las orillas del río Sena, bajo la luna llena, en los brazos de Jean. Iría con su vestido rojo de vuelo, acompañada únicamente de su mejor sonrisa de enamorada, y los turistas de los bateaux mouches que pasarían se quedarían perplejos, al igual que me quedé yo.
Las orillas del seine fueron lo que más me gustó de parís.
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